Tras varios años de presión internacional contra el régimen de Maduro, la marea parece estar cambiando. Varios gobiernos, recientemente el de Colombia, han restablecido relaciones citando razones pragmáticas como el comercio o la seguridad fronteriza

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Abogada y politóloga colombiana, Juanita Goebertus , es la nueva directora para las Américas en Human Rights Watch (HRW), quien asumió el cargo en el pasado agosto, en reemplazo de José Manuel Vivanco. Goebertus formó parte de la delegación del gobierno colombiano en el proceso de paz con las FARC . Es experta en paz, seguridad, justicia transicional y posconflicto. Entre sus antecedentes figura haber sido elegida representante de la Cámara por Bogotá de la Alianza Verde en las elecciones legislativas de Colombia de 2018. En los últimos días ha viajado a Brasil, México, Europa y Estados Unidos para hablar sobre los problemas que aquejan a la región.

En entrevista para el Grupo Diarios América (GDA), Goebertus hace una radiografía de los retos para el continente, plantea soluciones y lanza fuertes dardos contra Washington por su “doble rasero” o lo que ella califica como “falta de interés” hacia América Latina.

HRW ha dejado clara su preocupación por la consolidación de regímenes autoritarios en esta región. ¿Qué se puede hacer para corregir esa trayectoria?

-Hay que enfocarse en fortalecer a la sociedad civil, organizaciones de mujeres, indígenas, defensores de DD.HH., que sin importar ideologías están levantando la voz y resistiendo por sus derechos. Allí está la esperanza para bloquear este tipo de regímenes.

Necesitamos investigación rigurosa sobre temas de corrupción, insatisfacción de derechos económicos y sociales y dinámicas de inseguridad que nos permitan actuar a tiempo.

Es crítico que seamos vehementes frente a las violaciones, sean de izquierda o derecha, porque le hace mucho daño a la región ver por un solo ojo.

A la larga, vamos a necesitar procesos de negociación para buscar mecanismos de transición a la democracia porque, de lo contrario, se van a atrincherar de manera indefinida.

Tras varios años de presión internacional contra el régimen de Maduro, la marea parece estar cambiando. Varios gobiernos, recientemente el de Colombia, han restablecido relaciones citando razones pragmáticas como el comercio o la seguridad fronteriza.

-¿Cómo evalúan HRW esa tendencia hacia la normalización?

-En la carta que le enviamos a Petro reconocemos que retomar la relación bilateral es fundamental para la protección de los derechos humanos. Pero, eso no puede ser a costa de desconocer las gravísimas violaciones que han ocurrido.

No se nos puede olvidar que hay casi 250 presos políticos, que entre 2016 y 2019 este régimen mató a más de 19.000 personas que murieron en resistencia a la autoridad, que persigue a la oposición a través de la restricción del derecho y la inhabilitación de candidatos y que, como documentó la misión de la ONU, quienes están incursos en estos crímenes son Maduro y su más estrecho círculo.

Poner la lupa sobre esto y que haya sanciones frente a ello en cualquier salida negociada es fundamental.

-En Brasil, el debate se centró en si Bolsonaro reconocería su derrota en las elecciones presidenciales. Esos cuestionamientos se están convirtiendo en una tendencia. ¿Qué tan preocupante lo ve?

-Por fortuna, y a pesar de que este fue un período electoral supremamente violento, tuvimos una primera y segunda vuelta pacíficas y unas autoridades electorales y judiciales que de manera rápida tomaron decisiones, no solo para reconocer los resultados, sino para tomar medidas como la restricción al porte de armas. Si bien Bolsonaro no ha reconocido de manera clara el triunfo de Lula (pero sí el proceso de transición), eso permitió que el mundo entero reconociera los resultados. Eso demuestra que incluso en países con líderes como Bolsonaro, donde siguiendo el libreto de Trump se puso en jaque a la democracia, cuando hay instituciones electorales y judiciales fuertes es posible ponerle freno a ese proceso de deterioro.

-Estamos a dos días de las elecciones legislativas de EE.UU. Muchos candidatos niegan los resultados electorales de 2020. ¿No pierde Washington credibilidad en la región y el mundo a la hora de defender la democracia cuando la suya está en veremos?

-Es un fenómeno complejo. Estados Unidos está tan concentrado en sus propios problemas domésticos que cada vez tiene menos interés en participar de las conversaciones claves para la región. Y esto va de la mano de una tendencia hacia el aislamiento que no solo veremos en el partido republicano sino en sectores de los demócratas. Paralelamente, cada vez más los regímenes autoritarios tienen menos interés en respetar lo que dice Washington, que perdió influencia y dejó espacio para la penetración de Rusia y China y para que estos mismos regímenes se alineen para bajar los estándares democráticos y de derechos humanos.

-¿Cómo evaluaría el papel de Biden en la Casa Blanca?

-Hay que reconocer que hubo un cambio de discurso frente a Trump, por ejemplo, en el tema migratorio. Un discurso más alineado con los derechos humanos y las garantías al Estado de derecho tanto en EE.UU. como en la región. Sin embargo, yo estoy convencida de que las limitaciones domésticas y la puja tan fuerte por el poder electoral y el cuestionamiento de los resultados que existe, no permite que eso se traduzca en cambios en la política pública. El mejor ejemplo es el migratorio donde hoy, pese al cambio de discurso, seguimos viendo pactos para que exista una tercerización de la política en la que México frena el paso de migrantes.

China, señalado por sus constantes violaciones a los derechos humanos, es el principal socio comercial de América Latina. Da la impresión que cuando hay plata de, los gobiernos miran para otro lado. ¿Cree que es así?

-La falta de atención de EE.UU. ha permitido que China tenga más acceso a América Latina. Los chinos en muchos casos han sido pragmáticos, porque no imponen condiciones sino que se muestran dispuestos a hacer inversiones y eso le conviene muchísimo a regímenes autoritarios que no solo no condenan sus gravísimas violaciones a los derechos humanos, sino que están muy cómodos con que China no los quiera criticar a ellos. Hay que hacer un llamado a los gobiernos de EE.UU. y Europa para que entiendan que es fundamental tener una relación activa con América Latina basada en la protección de los derechos humanos y en el fortalecimiento del Estado de derecho.

El “camino correcto” de chile luego del referendo ¿Cuál cree que es el principal mensaje de la derrota del referendo constitucional en Chile, del pasado 4 de septiembre?

-“A pesar de que Chile se encuentra en un momento difícil, ha logrado ser ejemplo de institucionalidad para el continente. Así como Chile tramitó las protestas del 2019 en un proceso constituyente, ha sido capaz de reconocer un resultado adverso al Gobierno y canalizarlo a través de una negociación en el Congreso entre los diversos partidos.

Eso es un mensaje muy importante para una región que enfrenta una crisis en sus democracias.

En gran medida, el rechazo ganó por complejidades en la redacción de algunos contenidos, porque tristemente hay todavía una xenofobia muy grande frente a poblaciones indígenas y porque se entendió como un acto de aprobación o desaprobación del gobierno de Gabriel Boric y no sobre el texto mismo. La forma de resolverlo que han planteado el Gobierno y los partidos, de reestructurar un nuevo proceso constituyente, es el camino correcto para Chile“.

Cabe recordar que ese referendo marcó el hito de ser el proceso electoral con mayor participación en la historia de Chile, con más de 7,8 millones de votos.


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