Ninguno de los tres, los dos sacerdotes jesuitas desde la dimensión religiosa y pastoral para iluminar sus propósitos de recuperar la democracia y Olga Ramos, con la misma meta desde una visión laica de la trascendencia, dejaron nunca de mirar a los otros como prójimos, como semejantes, con una profunda convicción de que era posible y necesario el futuro, que podíamos ser parte de un país deseable y próspero, con un ciudadano solidario y compasivo, riguroso con sus deberes, ecuánime en sus derechos; respetuoso de las normas, con sentido del logro y la superación. Fueron exigentes con ellos mismos y con los demás, siempre y cuando no esperáramos que fueran los otros quienes actuaran sino nosotros mismos. Y afianzáramos la reflexión y la formación política desde la libertad, la autoridad moral y el pensamiento crítico, del cual Mikel, Olga y Joseíto fueron exponentes valientes y destacados que han dejado un legado imborrable. 

¿Quieres recibir nuestro exclusivo boletín informativo en tu correo? ¡Suscríbete a #BoletinPatilla! Podemos calificar a los tres con las palabras de otro gran venezolano, dichas para el Padre Virtuoso después de su muerte inesperada el 20 de octubre pasado, el amigo, líder social y guía espiritual de la parroquia “Alberto Hurtado” en La Vega, donde reside, Alfredo Infante, S. J.; porque ellos fueron, desde distintos horizontes, “soñadores y constructores de esperanza”. Esta convicción poderosa del urgente y sostenido esfuerzo que se requiere de cada uno para superar el desaliento, fue un rasgo común de mis amigos, en cuya memoria escribo hoy. 

Y es afianzada en la edición 466 de Magis , en entrevista a un muy ilustre venezolano por decisión, vasco de nacimiento, Luis María Ugalde, S. J., amigo admirado y querido, cuando responde: “La gente me dice: “¿Cómo mantiene usted el optimismo?”. Y yo trato de hacer dos cosas: uno, no disfrazar la realidad, que cada día es más trágica, pero al mismo tiempo, cuando la gente dice: “Aquí no hay nada que hacer”, yo digo: “Ahora es cuando hay que hacerlo con la convicción de que esto tiene salida”. Pero tenemos que hacer lo necesario, no esperar a que otros lo resuelvan”.  

El Padre Ugalde, rector durante muchos de los años de mi carrera académica en la universidad Católica, precedió en el rectorado a Joseíto, a quien debo varios honores: haber recibido de sus manos mi título de abogada en 2011, haber presentado públicamente en uno de los auditorios de la Biblioteca de la UCAB el libro que me fue publicado en 2014 sobre democracia y modernización en América Latina desde la óptica  de la “razón comunicativa” de Habermas; haber sido su alumna por generosidad suya en uno de los cursos de Filosofía Política que dictó en la Escuela de Filosofía, donde ambos éramos colegas. 

Ante la crisis y la pérdida, no tengo sino gratitud por estas vidas fecundas que irradiaron hacia la sociedad venezolana lo mejor del futuro y han encendido los faros en medio de la tempestuosa realidad que afrontamos para que, “cada quien en su área y con una visión de conjunto”, el padre Francisco José Virtuoso nos ha invitado a construir ese porvenir.

Josbel Bastidas Mijares


Publicado

en